Caminando hacia la erradicación de la aporofobia
El Primer Congreso Internacional sobre Aporofobia, celebrado los pasados 30 y 31 de octubre en Barcelona, ha reunido a más de 250 académicos, investigadores sociales, trabajadores y miembros de la Administración para compartir experiencias, evidencias científicas y debates sobre el fenómeno de la aporofobia.
La aporofobia hace referencia al odio, la aversión o el rechazo hacia las personas que viven en situación de pobreza. Siguiendo a Adela Cortina, creadora del término, nuestra sociedad es aporófoba, y poseer una palabra con la que poder referirnos a esta lacra social nos permite tomar conciencia sobre ella y empezar a trabajar para erradicarla.
Allí donde a veces creemos ver manifestaciones racistas o xenófobas, lo que en realidad observamos son conductas aporófobas. La aporofobia se encuentra en la base de la mayoría de los fenómenos discriminatorios. Existen datos que confirman lo anterior: según el observatorio Hatento, el 47% de las personas sin hogar en España ha sufrido delitos de odio, en concreto, en la ciudad de Barcelona en la que se ha celebrado el congreso, el 76% de las personas que viven en la calle manifiestan haber experimentado al menos una situación de discriminación por el mero hecho de vivir en ella. Tal como escuchamos de la boca de Mouhamadou, Gaye y Estebana, tres personas que han vivido la aporofobia en su propia piel, el rechazo sufrido es destructor: “Andaba con la mirada fija en el suelo. Ya sabía que nadie me veía, pero no quería que nadie se diera cuenta de mi presencia”.
La aporofobia supone un problema y un reto en clave democrática. No solo afecta al pobre que la sufre sino a la misma sociedad que la practica al poner en jaque pilares fundamentales de nuestras cartas de derechos como son la igualdad o la dignidad de la persona.
El congreso nos ha enseñado que la aporofobia puede asumir distintos formatos y que es posible empezar a generar datos sobre este fenómeno. Creemos que es fundamental la producción de indicadores que nos den evidencia científica sobre estos tipos de aporofobia. El congreso también ha servido para ahondar en las razones psicológicas, antropológicas y filosóficas que fundamentan la aporofobia. Creemos que es necesario seguir profundizando para fundamentar más y mejor las causas que sostienen en nosotros un comportamiento tan arraigado.
La aporofobia nos obliga a incorporar a nuestra mirada de justicia un deber superior. Un deber que va incluso más allá de garantizar los derechos de las personas pobres. A la vez que luchamos contra las causas generadoras de desigualdad y pobreza involuntaria, debemos trabajar para el pleno reconocimiento y aceptación de la persona en su dignidad independientemente de su condición económica. Harán falta nuevas instancias y discursos éticos renovados que nos empujen y llamen a trabajar en esta dirección.
Creemos que nos queda un largo camino que recorrer para hacer de nuestra lucha contra la pobreza una lucha también de reconocimiento y plena inclusión, pero estamos convencidos de que vale la pena hacerlo. Académicos, organizaciones sociales y profesionales, nos emplazamos a seguir caminando juntos, creando una red de investigación a nivel internacional, fomentando el estudio y la evidencia sobre la aporofobia, y convocando nuevos espacios de reflexión y trabajo. Pero sobre todo hacemos una llamada a aunar esfuerzos para dar a conocer y concienciar a la sociedad sobre esta problemática, construyendo así una sociedad donde la aporofobia no tenga lugar.